por Diego René Martín
En un país que parece nunca dejar de sangrar, donde el frío de la heladera define más que el menú familiar y cada ticket del supermercado es una herida más, Misiones sigue trazando su camino. Mientras Argentina se debate entre ajustes sin brújula y un dólar que se agita como un corazón agotado, la provincia dio a conocer su Presupuesto 2026. No es una promesa al viento: es un plan concreto para enfrentar la tormenta.

El 69,17% del gasto proyectado se destina a inversión social. Ese número, lejos de ser una cifra caprichosa o una mera estadística, marca una orientación clara: sostener la salud y la educación pública como pilares esenciales, en un contexto donde muchas familias se ven obligadas a decidir entre la comida o pagar las facturas apiladas en la mesa hace meses.
La educación acapara el 33,92% del presupuesto provincial. Mientras en otros lados esa cifra se lee como “gasto”, acá se traduce en inversión en infraestructura, capacitación docente, tecnología y acceso. En cada pueblo y paraje, mantener las escuelas abiertas es una forma de resistencia ante la crisis. Con una confianza ciega depositada en el plantel docente, la apuesta del gobierno no es a fórmulas gastadas: proyectos como la Escuela de Robótica, Silicon Misiones o la Secundaria de Innovación buscan no solo enseñar, sino pensar el futuro con herramientas nuevas.
La salud pública provincial recibirá el 20,04%. No para parches, sino para sostener hospitales activos, profesionales presentes y atención sin discriminación. En un país donde enfermarse puede convertirse en un problema de clase, la provincia busca garantizar que nadie quede afuera, ni sin médico ni sin ambulancia.
El 13,87% del presupuesto va a ciencia, tecnología e innovación productiva. No es una apuesta menor: es la decisión de mirar hacia adelante, potenciar el talento joven y convertir recursos naturales en oportunidades con un enfoque sustentable.
Este proyecto no se improvisa ni se sostiene en deuda. Apunta a un equilibrio fiscal y a un diseño que prioriza a la gente por encima de las urgencias financieras o presiones externas. La autonomía que proclama Misiones no es un lema vacío: es una práctica que se refleja en números y políticas.
Mientras algunas provincias parecen perder el rumbo, acá se persigue la estabilidad con planificación y visión a largo plazo.
Porque cuando la tendencia nacional es achicar la patria, Misiones se agranda.
Y cuando la historia tiembla, escribir el rumbo con pulso firme es una necesidad. Porque el futuro no se espera: se construye, aunque el trabajo sea a la intemperie.
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