Por Emilia Guevara
Hay finales que se construyen con paciencia. La UCR en Misiones no cayó de un día para el otro: se derrumbó ladrillo por ladrillo, víctima de una dirigencia incapaz, ensimismada y desconectada de la realidad. Y si hay que ponerle nombres y apellidos a los responsables, no hace falta buscar demasiado: Martín Arjol y Pepe Pianesi son las caras visibles del derrumbe.

Mientras el PRO sellaba un acuerdo con La Libertad Avanza para competir en las legislativas, los radicales se quedaron mirando desde la vereda, mascullando bronca y repitiendo viejos discursos de autoayuda política. Afuera del frente, afuera del juego, afuera de todo. Tanto que ahora, en un rapto de nostalgia vacía, anunciaron que van con la Lista 3, como si la sola evocación de Alfonsín en 1983 pudiera resucitar un cadáver político.
Arjol, que ya ni siquiera es radical porque renunció para irse con los libertarios, dejó la casa en ruinas y se llevó hasta las llaves. El “líder” que prometía renovar el partido terminó vendiendo su capital político al mejor postor. Cambió la Lista 3 por la boleta de Milei y dejó a la UCR aislada, sin frente electoral y sin poder real. El arquitecto del desastre ahora milita en otro campamento, mientras desde lejos mira cómo se hunden los que alguna vez lo apoyaron.
Y qué decir de Pepe Pianesi, el eterno proyecto que nunca llegó a ser. Autopromocionado como “renovador” del partido, terminó siendo un burócrata más, incapaz de sostener una construcción seria. Sin peso territorial, sin liderazgo real, su aporte a la crisis fue la inacción: mirar cómo se desmoronaba la estructura mientras repetía consignas de manual.
Hoy la UCR misionera es un nombre sin contenido. Un recuerdo sin músculo político, sin representación y sin futuro. Pretenden presentarse como herederos del alfonsinismo, pero no entienden que la mística no se improvisa: se construye con coherencia, estrategia y coraje. Tres palabras que hace rato no figuran en el diccionario radical de Misiones.
En estas elecciones, la UCR no sólo va a competir por fuera del frente que concentra la mayor expectativa de voto: va a competir contra su propia insignificancia. Y todo indica que, en esa carrera, lleva ventaja.
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