por Diego René Martín
No está todo bien.
La mayoría llega con lo justo, si llega. Si tiene auto se cuida al cargar nafta, hace malabares para que rinda el sueldo. Saca y renueva préstamos de Mercado Pago, de Ualá, patea el pago de la Naranja y ya hizo stop debit de la Visa del Macro hace meses. La incertidumbre no es una excepción: es el clima. En ese contexto nacional, crudo y persistente; Misiones no está exenta, pero sí está parada en otro lugar.

No hay milagros, hay método.
Mientras gran parte del país ajusta a ciegas o administra el colapso, la provincia consolida un modelo de gestión que no grita, pero gobierna. Que no promete soluciones mágicas, pero muestra resultados. Aunque se perciban insuficientes en medio del caos a veces, son resultados. Misiones se niega a entregarse al sálvese quien pueda.
La confirmación de que Maersk, la naviera más grande del mundo, va a operar en el Puerto de Posadas no es solo una noticia comercial. Es una definición política. Significa rutas más directas hacia China, Estados Unidos y otros mercados clave. Significa menos costos logísticos para sectores como la forestoindustria, el té o la yerba mate. Algo que a la mayoría de los de a pie puede que no nos interese demasiado, seamos sinceros, pero la noticia confirma una visión y una conducción. La vió y eso si nos interesa a todos.
La terminal portuaria de Posadas, con aduana propia, se transforma en el hub logístico del norte argentino. Y lo que parece un hecho aislado se inscribe en una agenda coherente: internacionalización, conectividad, obra pública útil y apoyo concreto a las exportaciones.
Ese mismo espíritu se refleja en los números del primer semestre: 12.800 patentamientos en seis meses, el mejor nivel desde 2018. Un 53% de crecimiento interanual, muy por encima de la media nacional. En un país donde se derrumba el consumo, acá se sigue comprando, moviendo, invirtiendo. Porque hay estímulos. Porque hay crédito. Porque hay un Estado que no corre detrás de la crisis, sino que empuja donde hay oportunidad y porque hay un modelo de sociedad que entiende que mejor en Misiones, siempre.
No se trata de euforia ni de triunfalismo. Se trata de contraste.
La economía misionera no es inmune a lo que pasa en nación, pero respira por sus propios pulmones. Con líneas de crédito subsidiadas, gestionadas a través del Banco Macro, que alcanzan a más de 15 rubros: desde fábricas hasta hoteles. Préstamos para capital de trabajo, tecnología, ampliaciones. Y lo más importante: una política sostenida en el tiempo que le dan previsibilidad al que quiere, y todavía puede, invertir, dar trabajo, a quien elige quedarse.
Y mientras se cuida la expansión, también se cuida el equilibrio. Misiones tiene el nivel de endeudamiento más bajo en al menos 24 años. Su deuda representa solo el 12,1% de sus ingresos, con mínima exposición en dólares. Los intereses equivalen a 10 centavos por cada 100 pesos de gasto público. Es una provincia que paga, que prioriza, que no patea para adelante lo que debe afrontar hoy.
Por eso puede anunciar aumentos salariales. Porque el salario no es variable de ajuste, sino instrumento de dignidad. Y en especial, en el caso de los jubilados, es una política de fondo: cuidar a quienes sostuvieron la provincia con su trabajo.
Mientras tanto, la provincia se abre al mundo desde Silicon Misiones. La reciente Ronda Internacional de FEBAP reunió empresas de Argentina, Brasil y Paraguay, generando más de 200 reuniones comerciales y acuerdos por 1,7 millones de dólares. No es casualidad: es estrategia territorial. Es usar el conocimiento, la tecnología y la cercanía regional como ventajas competitivas reales.
En la Argentina de las urgencias, Misiones apuesta a la continuidad y busca una garantía de que lo construido no se desarme. Porque hay otra forma de hacer política. Y es la de los misioneros.
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