No pedir permiso para hacer lo que hay que hacer

por Diego René Martín

Mientras el Estado nacional pareciera achicarse en una búsqueda por volverse irrelevante, Misiones sostiene lo que otros abandonan. No desde un heroísmo estúpido ni grandilocuente, sino con una convicción práctica que ya es, en este contexto, una forma de resistencia.

En el país del “sálvese quien pueda”, la decisión de garantizar salud pública gratuita y descentralizada es casi un acto subversivo en la era de la libertad vendida barata. Mientras en otras provincias se cierran quirófanos y se tercerizan hasta las urgencias, Misiones sumó 100.000 consultas médicas más que el año pasado. No es casual. Es política.

Lucas Romero Spinelli, el vicegobernador, lo dijo: “La salud es un derecho, no un privilegio”. Y tiene razón. Porque cuando la Nación se borra, la provincia no se puede dar el lujo de dudar. Acá no hay margen para la retórica: o hacés, o dejás que se hunda todo. Y en Misiones se eligió hacer.

Pero seamos honestos. No todo fue siempre impecable. También nosotros —los que creemos en un Estado suficiente— cometemos errores. Hubo veces en que se burocratizó lo urgente, en que se comunicó mal lo esencial, o se subestimó el malestar social. Pero eso no nos impide ver la diferencia entre un modelo que, con fallas, busca cuidar, y otro que directamente se desentiende. Entre un Estado que tal vez no llega a todo, pero está, y uno que ni siquiera intenta.

En el Congreso, mientras algunos se borran y otros especulan, los senadores de la Renovación de Misiones votaron a favor de declarar la emergencia en discapacidad. No es una bandera para alzar: es una respuesta concreta a miles de familias que ya no saben a quién acudir. ¿Qué tan poco te tiene que importar la gente para ni siquiera presentarte a votar algo así?

En la Legislatura provincial también se legisló con sentido: una ley específica para el cáncer de páncreas. La cuarta ley sanitaria del año. Cuatro leyes. En medio de la tormenta, Misiones legisla como si gobernar de verdad todavía importara. Y sí, importa. Porque en este país de slogans vacíos y cuentas fake, legislar es un acto de cuidado.

La economía, otro terreno donde muchos ya tiraron la toalla, acá se sigue empujando con creatividad y herramientas propias. El Ahora Pymes, con créditos de hasta 10 millones sin interés, no es un parche: es una señal de que el Estado provincial no se corre, sino que acompaña. No con subsidios eternos, sino con condiciones concretas para que los que producen puedan seguir con la nariz afuera del agua.

Y mientras el mercado nacional está en pausa, Misiones lanza otra edición del Black Friday posadeño: una alianza real entre lo público y lo privado, con cuotas, beneficios y movimiento económico genuino. No es casualidad, es política bien hecha. Algo que parece estar en extinción allá afuera.

¿Es perfecto el modelo misionero? No. ¿Es mejor que la nada institucional que promueve el modelo nacional? Sin dudas. ¿Es mejor que el modelo anterior que se metía hasta debajo de la cama de la gente? Por supuesto. Y eso es lo que molesta: que en el medio del ajuste y del desprecio, una provincia del norte siga demostrando que se puede gestionar sin cinismo. Que se puede pensar en el otro sin vergüenza. Que se puede tener Estado sin ser idiota.

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